Se entiende como familia un grupo de personas que se encuentran unidas por algún tipo de parentesco. De esta manera, las personas pueden estar relacionadas entre sí de distintas maneras. Así pues, existe la consanguinidad, que se da cuando las personas están unidas por su vínculo de sangre, en el caso de madre-hijo, abuelo-nieta, hermanos, sobrinos-tíos, etc.; se entiende que la unión es por afinidad en el caso de matrimonio, ya que, pese a que no existen lazos de sangre entre ellos, pueden tener hijos en común o nietos que sí los tengan.

Otra de las relaciones de parentesco la encontramos en los casos de adopción, cuando se inscribe a un hijo como propio, aunque no exista consanguinidad entre ellos, por lo que este pasa a tener los mismos derechos y obligaciones que si fuera biológico. El último de los lazos de unión son los de convivencia, que unen a dos personas que viven juntas durante un periodo de tiempo determinado, permitiéndoles obtener ciertos beneficios y obligaciones. 

Así pues, los problemas surgidos de estas relaciones, tanto de manera interna como externa, son el terreno de trabajo al que se enfrenta un abogado de familia. Por ello, se convierten en mediadores en una disputa entre los miembros de la familia, independientemente del tipo de parentesco que tengan, así como de representar a sus clientes en los procedimientos ante los tribunales de familia o en negociaciones similares, además de redactar documentos legales en torno a esta problemática. 

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